Depresión mayor​

 

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¿Qué es la depresión mayor?​

La depresión mayor es una enfermedad mental grave que provoca un sentimiento persistente de tristeza y pérdida de interés durante largos períodos de tiempo. También llamado Trastorno Depresivo Mayor, el síntoma inicial principal es la pérdida de ilusión y/o la pérdida de confianza en uno mismo, y afecta a la forma de sentir, pensar y comportarse de la persona, y puede provocar diversos problemas emocionales y físicos, perjudicando también a todos los ámbitos de la vida, incluidas las relaciones familiares, de amistad o profesionales.​

La depresión es aproximadamente un 50% más frecuente entre las mujeres que entre los hombres y suele tener su inicio durante la adultez joven, si bien puede surgir en prácticamente cualquier etapa de la vida, aunque a mayor edad, más riesgo de padecer este tipo de enfermedades. La incidencia más elevada se da entre las mujeres mayores de 55 años (7,5 por cada 100). ​

La persona que sufre trastornos depresivos como la depresión mayor tiene como síntoma en común la presencia de tristeza patológica, es decir, la presencia de un sentimiento de pena más intenso de lo esperable que limita de forma mantenida que una persona pueda rendir en sus actividades habituales. A diferencia del trastorno bipolar, la depresión mayor es un tipo de depresión unipolar, por lo tanto, no presenta fases de manía a quien la sufre, y su cuadro depresivo se divide en varios grados de episodios depresivos: leves, moderados o graves en función del número y la intensidad de los síntomas, así como de las repercusiones en el funcionamiento de la persona.​


 

Tipos de depresión mayor​
 

  • Depresión mayor con episodio único: solamente existe la presencia de un solo acontecimiento depresivo en la vida del paciente.​
     
  • Depresión mayor recidivante: los síntomas depresivos aparecen en dos o más episodios en la vida del paciente. La separación entre episodios depresivos debe ser de al menos 2 meses sin presentar los síntomas.​ Durante estos episodios, los síntomas se producen durante gran parte del día, casi todos los días y pueden consistir en:​
     
    • Sentimientos de tristeza, ganas de llorar, vacío o desesperanza​
       
    • Enojo, irritabilidad o frustración, incluso por asuntos de poca importancia​
       
    • Pérdida de interés o placer por la mayoría de las actividades habituales o todas, como las relaciones sexuales, los pasatiempos o los deportes​
       
    • Alteraciones del sueño, como insomnio o dormir demasiado​
       
    • Cansancio y falta de energía, por lo que incluso las tareas pequeñas requieren un esfuerzo mayor​
       
    • Falta de apetito y adelgazamiento, o más antojos de comida y aumento de peso​
       
    • Ansiedad, agitación o inquietud​
       
    • Lentitud para razonar, hablar y hacer movimientos corporales​
       
    • Sentimientos de inutilidad o culpa, fijación en fracasos del pasado o autorreproches​
       
    • Dificultad para pensar, concentrarse, tomar decisiones y recordar cosas​
       
    • Pensamientos frecuentes o recurrentes sobre la muerte, pensamientos suicidas, intentos suicidas o suicidio​
       
    • Problemas físicos inexplicables, como dolor de espalda o de cabeza​


 

Causas y factores de riesgo​

Al igual que sucede con muchas otras enfermedades mentales graves como la Esquizofrenia, se desconocen las causas exactas que provocan la depresión. Su aparición puede ser debido a diversos factores como:​
 

  • Alteraciones en los neurotransmisores cerebrales: Los desequilibrios en neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y la noradrenalina pueden contribuir al desarrollo de la depresión.​
     
  • Factores genéticos: La predisposición genética puede influir en la aparición de la depresión. Existe una vulnerabilidad biológica o genética a padecer depresión cuando ha habido varios casos a nivel familiar. Aun así, debemos resaltar que esta relación entre depresión y herencia no tiene porqué manifestarse de forma obligatoria.​
     
  • Desequilibrios hormonales: Los factores hormonales son los factores biológicos que parecen tener una implicación más demostrada en la aparición de la depresión. Según varios estudios, los cambios en el equilibrio hormonal del cuerpo de la mujer –durante el embarazo o las semanas o meses después del parto (posparto), o debido a problemas de tiroides, menopausia u otros trastornos- tienen un rol destacable al causar o desencadenar la enfermedad. Es por este mismo motivo que las mujeres son más propensas a sufrir depresión que los hombres, aunque se desconozcan las razones exactas.​
     
  • Entorno social y personal: Otros factores como el entorno social, personal y ambiental en el que se habita es muy relevante en el desarrollo de la persona y en su estado de ánimo. Experiencias estresantes o traumáticas vividas o el consumo de alcohol, drogas o ciertos medicamentos también tienen un peso muy relevante que pueden afectar el estado anímico y aumentar el riesgo de depresión en las personas.​
     
  • Factores biológicos: También se deben tener en cuenta otros factores biológicos que pueden influir en la depresión como son el estrés oxidativo, la inflamación crónica o la baja producción de energía.​


 

Síntomas del trastorno depresivo​

Los síntomas de un trastorno depresivo pueden variar significativamente y manifestarse de diferentes maneras e intensidades entre las personas que lo padecen:​
 

  • Reducción de la autoestima: Disminución de la autovaloración personal en comparación con el estado previo a la enfermedad. Este síntoma es especialmente común en la depresión mayor.​
     
  • Incapacidad para disfrutar: Dificultad para experimentar placer. Este síntoma es particularmente frecuente en la depresión mayor.​
     
  • Estado de ánimo bajo: Sensación de insatisfacción, desánimo, desamparo y abatimiento. Este síntoma es especialmente común en la distimia.​
     
  • Pérdida de interés: Actividades y personas que antes eran placenteras ya no generan ilusión o lo hacen en menor medida, lo que lleva a una reducción de la motivación y la actividad.​
     
  • Dificultad para concentrarse: Problemas para pensar, atender o comprender lo que se lee o escucha, y/o dificultad para memorizar.​
     
  • Pensamientos pesimistas: Tendencia a creer que no es posible cambiar el curso de las cosas (pensamiento de desesperanza).​
     
  • Pensamientos sobre la muerte: Ideas como “sería mejor estar muerto” o “ojalá no me despertara”, o incluso planificar métodos para el suicidio.​
     
  • Pensamiento repetitivo: Tendencia a pasar muchas horas del día rumiando sobre cuestiones o sentimientos preocupantes.​
     
  • Aumento de la irritabilidad: Sensación de pérdida de control fácil.​
     
  • Cambios de humor: Cambios bruscos de humor o tendencia al llanto fácil.​
     
  • Alteraciones en el apetito y el peso: Pérdida de apetito y peso, aunque también puede ocurrir lo contrario, con aumento del apetito o ingesta compulsiva de alimentos calóricos para reducir la ansiedad.​
     
  • Insomnio: Dificultad para conciliar el sueño, despertares frecuentes, insomnio global o horarios de sueño caóticos.​
     
  • Síntomas físicos: Dolor de cabeza, especialmente en la zona de la frente y detrás de los ojos, y molestias digestivas, como sensación de nudo o presión en el estómago o el cuello.​
     
  • Ansiedad: Sensación de inquietud o temor indefinido, como si algo negativo pudiera suceder en cualquier momento, manteniéndose en alerta constante frente a una amenaza inespecífica.​


 

Tratamiento ​

La depresión mayor es una patología grave, pero afortunadamente tratable. La combinación de psicofármacos (antidepresivos) y psicoterapia parece ser el tratamiento más adecuado.​
 

  • Tratamiento farmacológico: Existen diferentes tipos de antidepresivos que tratan de abordar los síntomas en esta enfermedad.
     
  • Tratamiento con psicoterapia: La terapia psicológica, particularmente la terapia cognitivo-conductual, ha demostrado ser una herramienta eficaz para tratar la depresión. Esta terapia utiliza diversas técnicas para mejorar la autoestima baja, los estilos negativos de resolución de problemas y la manera de pensar y evaluar los acontecimientos que rodean al paciente.

 

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